Blogia
Que hace una chica como yo...

ORDEN, DISTANCIA Y ORIGEN

-Para Juan. Por enseñarme a enseñar.

-Y para todos aquellos que todavía tienen ilusión por aprender.

- Uno, dozzz, tes, cuato, quinco, zeizz, ozzo….

- No, Juan. Siete, ocho…

- Ozzo, nueve y diezzzzzzzzzzzz

Todos los días, bajamos escaleras y las contamos. Es algo que, incluso cuando no hablaba casi nada, me gustaba hacer. No sé. Siempre he pensado que, algo queda…

A Juan le encanta el tobogán y a mi me encanta que le encante. Primero fue aprender a subir las escaleras, cuando apenas llegaba a la primera porque estaba más alta que las demás. Después, aprender a subir sólo, sin ayuda, buscar donde apoyarse, donde agarrarse… Luego descubrir que cuando llegas al último escalón, hay dos maravillosas anillas de las que puedes agarrarte y te ayudan a subir. Finalmente lo más emocionante: bajar.

Soy consciente de que, a pesar de que ha subido al tobogán muchas veces, le quedan todavía cosas por experimentar como tirarse de cabeza o del revés, o bajar-subir de pie … Algunas de esas cosas, ya las ha empezado a probar. A veces me pregunto si ir al parque podrá volver a significar, en algún momento, descanso para mí…

Por supuesto, también hay otras cosas además de la “experimentación”. Una de esas cosas, muy importante, es enseñar a esperar. Los niños, tardan en entender el concepto tiempo. Cosas como “mañana”, “espera 5 minutitos, por favor” Pero si nos ponemos a pensar ¿quién no recuerda haber preguntado “¿Falta mucho?”, más de doscientas veces, en un viaje?

El tobogán es una de las “atracciones” en las que más niños suele haber. Por supuesto, todos quieren subir los primeros para rápidamente bajar y, si pudiesen, antes de que bajase el siguiente niño, volver a bajar. Ahí es donde entra el “enseñar a esperar” y, especialmente, el hacerlo con orden. Una vez que ya lo tienen “más o menos” aprendido, puedes dejar de “luchar” con otros padres-madres-niños-niñas por ello.

Hace muy pocos días, un niño mayor que Juan se acercó al tobogán. Juan estaba esperando, le tocaba ya subir, cuando le dijo:

- “Yo primero, que tengo cuatro años. ¿Cuántos tienes tú?”

Miré de reojo a Juan y entonces escuché

- “Quinco”.

- “¿Cinco? ¿Cinco? Pero… si eres más pequeño que yo, no…

- “Quinco”

Juan dudó un poco pero empezó a subir. El niño de cuatro años, subió detrás.

Que yo sepa, no conoce el concepto de distancia, ni el de origen. Hemos repetido los números del 1 al 10, de manera ordenada, un millón de veces. Pero… ¡yo no le he enseñado que del dos al cuatro van dos números ni que cinco es mayor que cuatro!!!!

Los niños son increíbles. Todos. Siempre te sorprenden…

1 comentario

Agustín -

El día en que no sea capaz de aprender algo nuevo o no consiga encontrar alguna cosa, por insignificante que sea, que me sorprenda será que algo no anda bien.

Por otro lado... es una delicia ver a Juan en el tobogán, y más aún cuando te coge de la mano y te lleva corriendo hacia las escaleras... :)

Un besico.