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Que hace una chica como yo...

Por favor, que pare el mundo...

Porque quiero bajarme.    

Espero que el esfuerzo merezca la pena. 

 

Criterio Propio

No se por donde empezar. Yo no quería estar ahí, pero una vez dentro asumo todas mis responsabilidades. “Quiero una persona con criterio propio, una persona que no me de la razón en todo”. Quizá esa fue la frase que me convenció.

Soy responsable de mis actos. Siempre lo he sido. No me gusta escaquearme o “colgarle el muerto” a otros. Intento estar bien con todo el mundo. Escucho las opiniones y acepto comentarios de todo aquel que quiere hacerlos. A veces no me gustan pero somos personas y cada uno de nosotros debe aceptar y respetar las opiniones de su contrario. Otras veces me sirven de gran ayuda. Otras veces, son dardos envenenados.

El día que acepté formar parte del equipo, me dije a mi misma que me iba a ganar enemigos, aunque no quisiera. Unos, por envidia (mira tú que cosa mas tonta, envidiar algo así pero ya me ha pasado). Otros, por diferencia de opiniones.

Hoy he hablado con alguien que no reconozco. Le he llamado yo, quedé que lo haría. Nunca habíamos tenido ningún problema a pesar de que, en ocasiones, se metían con las personas y con las circunstancias de mi entorno profesional. “A ti no te incluimos, Ana. Ya sabes que por ti no va”. Duele que digan eso, aunque no sea por ti. Pero por respeto, porque creía que éramos buenos compañeros, nunca me enfadé. Hoy me ha demostrado que no era así.

Tomé una decisión, una determinación que me ha puesto en el “bando contrario” según su visión. Pero yo soy la misma, aunque no lo vea. Por estar ahí no he cambiado, sigo siendo igual. Mis opiniones no cambian, no son sesgadas. Si por algo me caracterizo es por tratar de ser imparcial. Para todos lo mismo, sean de O ó de C, me da igual. Las normas están para ser cumplidas, aunque no nos gusten.

Me ha amenazado con llevar el tema al “mas allá”. Me ha dicho que estuvimos en lugares diferentes. También me ha dicho que eso, no lo he escrito yo....

Criterio propio.

No me conoce. Las dificultades me hacen mas fuerte. Y yo no he cambiado, él sí. El, para mí, sigue siendo un compañero, con diferente opinión a la mía pero mi compañero.

Tendré que aprender a poner barreras… Tengo miedo de perder algún amigo. Los compañeros son eso, compañeros, pero los amigos espero que se acuerden de como soy, de cómo he sido, de que nunca he estado en el “lado oscuro de la fuerza”, ni cuando para mí era muy complicado no estarlo.

Quizá el problema es que había más de un lado oscuro y yo, ingenua, no lo veía.

Presión

Esto no ha hecho mas que empezar y... ya noto la presión.  Espero poder soportarla.

Estoy harta

De que se acuerden de mi cuando les conviene y, lo que es peor: que mientan. Que digan que se acuerdan de mi siempre...

De sentir de nuevo presión, de notar en el estómago esa sensación y no poder hacer nada para evitarlo. Esta vez no puedo decir no.

De trabajar por las noches... total ¿para qué? ¿Acaso alguien lo valora?

De que el tiempo no me cunda. ¿Es que sólo pasa para mi? ¿Por qué? ¿Qué hago mal?

De tener que encerrarme los domingos en un cuarto para trabajar. ¿Alguien sabe lo duro que es escuchar "mamá" y no poder acudir? ¿Merece la pena?

De dormir sola muchas noches. Por culpa del trabajo.

De médicos, de pruebas, de agujas, de goteros. Y de lo peor de todo ello: la incertidumbre.

De no poder dedicarle a mi familia y a mis amigos mas tiempo.

De empezar a escribir hoy, después de mucho tiempo y... tener que hacerlo porque no puedo más, porque estoy harta.

Tengo un tesoro

Desde que la conocí, supe que era buena.  Como maestra es insuperable, transmite mejor que nadie, contagia, emociona...  Y lo hace desde mucho antes de que se pusiese de moda  ;)

Como compañera es de lo mejor que te puedes encontrar por el camino. Tuve mucha suerte en encontrarla...

Así que tengo un tesoro.  Porque es mi amiga. Porque está siempre ahí.  Porque me apoya...

Gracias 


Lloro

Ya se que no merece la pena pero no lo puedo evitar. Me acabo de "comer un marrón" que no es mío, que no merezco, que no he buscado ...

Necesito poder explicarlo. Necesito que me defiendan....

No puedo parar de llorar...

ORDEN, DISTANCIA Y ORIGEN

-Para Juan. Por enseñarme a enseñar.

-Y para todos aquellos que todavía tienen ilusión por aprender.

- Uno, dozzz, tes, cuato, quinco, zeizz, ozzo….

- No, Juan. Siete, ocho…

- Ozzo, nueve y diezzzzzzzzzzzz

Todos los días, bajamos escaleras y las contamos. Es algo que, incluso cuando no hablaba casi nada, me gustaba hacer. No sé. Siempre he pensado que, algo queda…

A Juan le encanta el tobogán y a mi me encanta que le encante. Primero fue aprender a subir las escaleras, cuando apenas llegaba a la primera porque estaba más alta que las demás. Después, aprender a subir sólo, sin ayuda, buscar donde apoyarse, donde agarrarse… Luego descubrir que cuando llegas al último escalón, hay dos maravillosas anillas de las que puedes agarrarte y te ayudan a subir. Finalmente lo más emocionante: bajar.

Soy consciente de que, a pesar de que ha subido al tobogán muchas veces, le quedan todavía cosas por experimentar como tirarse de cabeza o del revés, o bajar-subir de pie … Algunas de esas cosas, ya las ha empezado a probar. A veces me pregunto si ir al parque podrá volver a significar, en algún momento, descanso para mí…

Por supuesto, también hay otras cosas además de la “experimentación”. Una de esas cosas, muy importante, es enseñar a esperar. Los niños, tardan en entender el concepto tiempo. Cosas como “mañana”, “espera 5 minutitos, por favor” Pero si nos ponemos a pensar ¿quién no recuerda haber preguntado “¿Falta mucho?”, más de doscientas veces, en un viaje?

El tobogán es una de las “atracciones” en las que más niños suele haber. Por supuesto, todos quieren subir los primeros para rápidamente bajar y, si pudiesen, antes de que bajase el siguiente niño, volver a bajar. Ahí es donde entra el “enseñar a esperar” y, especialmente, el hacerlo con orden. Una vez que ya lo tienen “más o menos” aprendido, puedes dejar de “luchar” con otros padres-madres-niños-niñas por ello.

Hace muy pocos días, un niño mayor que Juan se acercó al tobogán. Juan estaba esperando, le tocaba ya subir, cuando le dijo:

- “Yo primero, que tengo cuatro años. ¿Cuántos tienes tú?”

Miré de reojo a Juan y entonces escuché

- “Quinco”.

- “¿Cinco? ¿Cinco? Pero… si eres más pequeño que yo, no…

- “Quinco”

Juan dudó un poco pero empezó a subir. El niño de cuatro años, subió detrás.

Que yo sepa, no conoce el concepto de distancia, ni el de origen. Hemos repetido los números del 1 al 10, de manera ordenada, un millón de veces. Pero… ¡yo no le he enseñado que del dos al cuatro van dos números ni que cinco es mayor que cuatro!!!!

Los niños son increíbles. Todos. Siempre te sorprenden…

Mala Suerte

Prefiero no pensarlo.  ¿Cómo es posible que me pase esto? y... ¿cómo es posible que me pase por segunda vez? Mejor no pensarlo...

No puedo hacer nada.  No depende de mí.  Alguien ha debido "echarme un mal de ojo"

Mis mejores deseos, chicos.  Lamento profundamente no poder estar.  Mucho más de lo que os podáis imaginar....

Es un honor que te inviten, una gran suerte... y una muy mala suerte el no poder ir.

Os deseo una muy feliz fiesta, una estupenda noche....

Espero que lo disfrutéis.  Estoy segura de que será así.

En cualquier caso: GRACIAS

Lo siento

Tenía una ilusión enorme por empezar, por poder enseñar sobre ello, por aprender…He llegado pero… no está saliendo bien. 

Un día malo lo tiene cualquiera, lo sé.  Soy consciente que el miércoles pasado salió fatal. Me fui hecha polvo.  No sabía el porqué pero sí que no había ido bien.  El calor, el viaje, demasiada gente, yo misma…

Sí, ya sé que estas semanas todavía no estoy como antes, no es excusa, pero… ¿qué está pasando?  Pensé en un sistema que fuese bien a todos, pensado para aprender y no para olvidar rápidamente…  Al menos eso es lo que pretendía.

Obligatorio.  Eso es con lo que se quedan.  Y eso es lo que más me duele.  Porque no me gusta obligar a nadie y menos porque lo que pretendo, es que todos aprendamos….  Yo también.  De hecho ya estoy aprendiendo…

He roto la ilusión, incluso la “pasión” de algunas personas.  Lo siento, lo siento de corazón.

Intentaré hacerlo mejor. Espero saber hacerlo.

Vida Normal

Eso es lo que me dijeron que hiciera y… lo que he intentado hacer hoy.

Reunión a las 10. No ha ido mal. Tengo mucha suerte de trabajar con ambas. Pero yo voy a cámara lenta. O al menos así lo siento yo. No estoy al 100%, ni tan siquiera estoy optimista sino más bien todo lo contrario. A pesar de que todo marcha. A pesar de que “aparentemente” va a ir bien. A pesar de que … A pesar de todo.

No he tenido tiempo para nada. Hemos estado hasta las 15:30 reunidas, incluso hemos comido en el despacho. Y no me he enterado ni de la mitad de cosas que tengo pendientes, como tampoco he podido abrir todo el correo que estaba encima de mi mesa, ni tan siquiera he podido organizarme las cosas. Algunas, incluso, no han “salido” del coche….

Pero… ¿cómo es posible si me han dicho que hiciese vida normal?

Lo normal, debe ser, el sentir en menos de media hora un agobio increíble. Lo normal, debe ser, el que te sientas perdida. Lo normal, debe ser, el haber entrado de nuevo en nuestro “Stargate” particular, donde el tiempo internamente se ralentiza para descubrir –con horror- que fuera no es así….

Lo normal es que estés deshecha, y te llamen diciéndote que tienes al peque con fiebre. Lo normal es ir “corriendo” y llevarlo a urgencias. Lo normal, es que te preguntes cómo es posible si hace menos de 24 horas que dejó el antibiótico. Lo normal, es que después, en el camino de vuelta, quiera jugar un ratito en el tobogán…

No puedo hacer muchas cosas y otras tantas, las hago pero no estoy. Ya sé que, físicamente, me recuperaré, todo es cuestión de tiempo, quizá mucho menos de lo que ahora pienso...

Pero yo me pregunto si voy a ser capaz de vivir mi vida normal o si quizá mi vida ha cambiado… Quizá, simplemente sea, que ya no tengo aquella vida…

Noche Mágica

Esta noche es una noche mágica, es la noche de Reyes. Hay que irse pronto a la cama…

Todavía recuerdo a mis padres diciéndome: “Venga, a la cama, que esta noche vienen los Reyes”. Todavía puedo sentir aquella emoción.

Recuerdo como me escondía detrás de la puerta de mi cuarto tratando de captar cualquier movimiento de los Reyes y también recuerdo cómo mi madre me decía que si los Reyes me veían, no me dejarían nada. Recuerdo estar en la litera de arriba con los ojos y los oídos “abiertos”, pero no recuerdo haberlos escuchado nunca. Recuerdo haber preparado, junto con mis padres, comida para los Reyes, dejarles caramelos (de menta, que raros estos Reyes) y turrón, y hasta una botella por si tenían sed…

Recuerdo la ilusión con la que me levantaba. Mis padres gritaban: “Han venido los Reyes, han venido los Reyes”. La batería de mi hermano estaba en mitad del pasillo, y la “trinos” de mi hermana pequeña en el salón, los cuentos de Disney… Los caramelos y la comida habían desaparecido y también habían estado bebiendo!!!! Mis padres tenían razón: los Reyes, sin duda, tenían sed.

Y recuerdo el día en que mi hermano, un poco más pequeño que yo, me “descubrió” a los Reyes… Él se alegraba porque así podría elegir el balón que quería y yo lloraba desesperadamente mirando a mi madre diciéndole que no podía ser. También recuerdo la cara de tristeza de mi madre tratando de explicármelo y cómo rápidamente miró a mi hermana y dejamos el tema. Ese día aprendí algo sobre el instinto de protección. Recuerdo que aquella misma tarde fuimos a una tienda muy pequeñita, a la que habíamos ido muchas veces, y yo buscaba desesperadamente el escondite de los Reyes. Un escondite que aquel día se desvaneció.

Mucho más tarde vino Papa Noel pero a él no le creí. No tengo nada en contra tuyo, Papa Noel, pero llegaste tarde. Los Reyes siempre serán los Reyes.

Pasaron los años y la noche de Reyes volvió a tener algo de magia aunque de manera distinta. Todos los amigos nos reuníamos en casa de los padres de Lorenzo y celebramos aquella noche. Sus padres nos dejaban la casa. Cada uno traía un plato cocinado por él (al menos se intentaba) y lo aportaba. Los días previos también eran mágicos: qué hago yo, trae esto tú, voy a preparar tal cosa… y todos podíamos. No había excusas. ¡Que hartón de comer! ¿Cómo es posible que fuésemos 12 ó 14 y probásemos 14 platos y, por supuesto, roscón? Esta tradición, aunque con cambio de casa, duró hasta hace 2 ó 3 años. Las “nuevas obligaciones” pueden con todo.

Pero he empezado diciendo que esta noche es una noche mágica y es verdad. Por primera vez puede que esté con los Reyes. Todo es gracias a Juan, mi hijo. Tiene dos años y medio y empieza a sentir esa emoción. El quiere que hable con los Reyes porque les ha pedido una “isi-ke-ta”. Así que esta noche, tendré que estar con sus majestades, para pedirles que le dejen a Juan su “isi-ke-ta”. Por si acaso me duermo y no los veo, les dejaré una carta contándoles todo y también comida y bebida, ¡que no se me olvide!

Sin duda es una de las emociones más fuertes que pueden sentirse a lo largo de la vida, una ilusión increíble en la que todos creemos cuando somos niños y… no tan niños.

Así que ¡corre! Hay que irse pronto a la cama. Esta noche vienen los Reyes.

Que hace una chica como yo en un sitio como este...

Pues eso...

¿Qué hace una chica como yo en un sitio como este????? Todavía no lo sé. Supongo que dejarme llevar por una de esos impulsos extraños que de vez en cuando nos dan...

Aunque la verdad, la verdad, la verdad.. un "poquito" de culpa la tiene Agus

Empezamos nuevo año, nuevas ilusiones (algunas no tan nuevas) y trataremos de cumplir promesas. Entre esas promesas, estaba la de crear un blog. Promesa cumplida. Ahora me queda mantenerlo. Claro, que eso todavía es más difícil ¿o no?